Existen muchos temores y mitos sobre la
castración en los perros así como información mal manejada que puede llevar a
una mala interpretación sobre la castración.
Los perros, al igual que todos los animales no
son influenciados por su sexualidad sino que simplemente reaccionan a los
cambios hormonales. Es por esto que, al castrar un pero, este no perderá
vitalidad, energía ni tampoco tendrá algún tipo de comportamiento fuera de lo
común.
La castración del perro consiste en retirar
ambos testículos a través de una pequeña incisión por delante del escroto. La
cirugía no presenta inconvenientes y si puede realizar a partir de los 2 meses
de edad. Tu mascota requerirá un par de días para sanar la pequeña operación y
seguir una vida normal.
Al castrar a tu perro, este no dejará de ser
macho. Sólo perderá el deseo de aparearse. Dejando a un lado el instinto de
reproducción, tu perro contará con una vida más prolongada y también
beneficiará al problema de sobrepoblación de mascotas no deseadas en el mundo.
Otro de los beneficios es que el perro suprime
comportamientos no deseados tales como la agresividad, el marcaje continuo de
territorios, mal humor, aullidos y el deseo de fugarse (que en muchas ocasiones
suele suceder). Según estimaciones científicas, el 80% los machos castrados
dejan de marcar territorio de inmediato, mientras que el otro 20 lo va haciendo
gradualmente.
Además, beneficia a disminuir los niveles de
estrés que, como ya hablábamos en otro artículo, puede causar agresividad y
miedo en el perro. Quizá el comportamiento es uno de los factores que más se ve
beneficiado por la castración. Cabe destacar que estos cambios también van de
la mano con la educación y entrenamiento que el animal ha recibido.
Creíble o no, en los perros, la obesidad está
ligada con la producción hormonal. Un cachorro castrado tenderá a sufrir menos
de obesidad debido a que el metabolismo tiende a disminuir la producción de
testosterona, lo que conlleva a que el organismo necesite menos energía para
poder funcionar.
Finalmente se maneja el mito que un perro
castrado tiende a ser más holgazán, pierde la alegría y las ganas de jugar
entre otras cosas. En mi experiencia jamás he visto un caso en donde un perro
cambie su naturaleza o sufra cambios en su inteligencia al ser castrado. Al
contrario, todo el estrés, obsesiones y mal humor causado por exceso de
testosterona se ira emancipando poco a poco lo que beneficiará al su mascota.
Depende de los dueños el castrar o no a un
perro. Antes de hacerlo es recomendable meditar si la vida sexual de tu perro
es realmente importante o no. Al final, tanto un perro castrado como uno no
castrado, son igual de fieles y cariñosos. Todo está en saberlos educar.